jueves, 15 de diciembre de 2011

rozando la alegría con la punta del dedo

A lo largo de la vida aprendí que ser feliz es vital, que las lágrimas son eso, solo lágrimas,que tarde o temprano siempre terminamos arrepintiendonos de haberlas echado al exterior, aprendí también que el miedo es nuestro fiel compañero de aventuras, que los sueños nos ayudan a seguir hacía adelante,que los errrores por mucho que pidas perdón y expliques la situación, son lo más díficil de rectificar, y que aunque te caigas 7 veces, te tienes que levantar 8. Aprendí que luchar es algo vital para la vida misma, que gritar es el único remedio para sentirse agusto y que ser egoísta es la única forma de vivir bién, porque pensando en los demás, nunca se llega a nada, es cierto. Aprendí que por mucho que se te caíga el mundo encima siempre tienes a alguien que consiga sacarte una sonrisa, que los pequeños detalles existen y gracias a ellos estamos sonriendo, y que las promesas en ocasiones nunca se realizaron por mucho que seas alguien de palabra. También aprendí que después de la tempestad viene la calma, y después de la vida la muerte y después el fin. Comprendí que un "te quiero" no son solo dos palabras sueltas si no, dos palabras que tiene detrás una emoción, y un sentimiento que es el más precioso del planeta, aprendí a querer sin reparo alguno, a vivir sin miedo al sufrimiento, y a ilusionarme como una tonta por las cosas bonitas que me dicen. También en mi vida he descubierto que las cosas cambian, y que nunca vuelven a su cauce, y que aunque no lo creas los besos son solo besos, los abrazos solo abrazos, los guiños solo guiños y las caricias solo caricias, nunca perduran solo aparecen y desaparecen, ya que en nuestras cabezas solo esta el recuerdo de ellos. Aprendí que ¿para que decir la verdad y lo que sientes si eso es despreciado?, y que ante el mundo te tienes únicamente a ti misma y tus ganas de luchar. De paso, recuerdo que las opiniones son solo pasajeras en nuestra mente y que las mentiras nos invaden de los pies a la cabeza. Por último aprendí, que ya da igual, total todo lo que empieza acaba.

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